IMPARTIENDO JUSTICIA
Eva María Cardona GuaschNo necesito parte de lesiones. Obviamente, la trifulca ha llegado a las manos. A las uñas, concretamente. Ordeno un careo. Reproches mutuos. Obtengo información pero a costa de un nuevo amago de riña y agresión, que logro contener yo misma.
Como más vale prevenir que reparar daños, mientras cavilo el veredicto (y de paso, tomo un respiro), impongo unas medidas cautelares que, dadas las circunstancias, juzgo imprescindibles: orden de alejamiento y libertad vigilada.
Aprovecho el silencio para recordar las pautas que me sirven de guía: firmeza, imparcialidad, rectitud, proporcionalidad de la pena. A punto de dictar resolución y castigo para ambos, llega a mis oídos una manifestación de arrepentimiento que aplicaré como atenuante:
– Lo siento.
Desde la habitación contigua:
– Yo también, mami
No puedo evitarlo. Al llegar a casa, ¡qué pronto olvido que soy abogada y qué rápido saco a la juez que no llegué a ser!
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Se te echaba de menos, Eva María.
Aunque su vocación era la de juez, ahora es su obligación sentenciar. Por cierto, en estos procesos domésticos nadie suele ejercer la defensa letrada. ¿Serán todos radicalmente nulos?
Suerte, compañera.
Gracias por tu comentario, Manuel.
La doméstica es una jurisdicción muy especial no exenta de arbitrariedades. Tal vez es hora de replantearse sus códigos pero, ¿crees que mejoraría el resultado?
Ja ja . seguro que, como en mi casa, lo difícil no es juzgar sino hacer ejecutar lo juzgado.
Enhorabuena Eva.
Muy buena observación, Litispendiente. Los procedimientos de ejecución suelen ser más engorrosos y tortuosos que los declarativos. Ocurre en todas las jurisdicciones.
Tal vez, esta historia necesite un «continuará».
Muy buen desenlace, Eva.
Me gusta ese cierre reflexivo.
Un micro con sorpresa final que hace resituarte en toda la lectura anterior. Me gusta que me sorprendan!!
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias, Amparo. Me alegro si has pasado un buen momento leyéndolo.
Un abrazo también para ti.
Estas dos criaturas tan tiernas y arrepentidas merecen todos los atenuantes que existan «en el mundo mundial». Me ofrecería como abogada defensora, pero mejor te lo dejo a ti que parece que entiendes mucho más que yo en estas lides.
Una chulada de relato, Eva María.
Muchas gracias, Margarita. Recibo tu comentario como un gran halago que no sé si merezco, pues tu relato suele ser uno de mis dos o tres favoritos cada mes. Vamos, que me declaro fan tuya.
El cuerpo normativo de cada familia es digno de estudio y la peculiar forma que tiene cada cual de aplicarlo, un mundo.
Un abrazo.