HEMATOMA CON DIAMANTES
Ángel Montoro ValverdeSoy joven…guapa… y mi perfume cuesta lo que un anillo, que importa lo que un coche que vale lo que una casa. Todo este lujo, costeado por la bestia con la que duermo, se ha convertido en imprescindible y es la jaula dorada de la dependencia que me impide llegar hasta el bufete de enfrente. Ni oír hablar quiero sobre juicios rápidos, eventuales careos, reparar el daño… sinónimos todos de volar sola, sin norte ni guía.
Al principio gritaba a los cuatro vientos que me quería, luego sólo me gritaba. Ahora susurra amenazas y ejerce contra mí una violencia controlada, procurando que la extensión de mis cardenales no sobrepase el patrón de un vestido de Prada. He venido creyendo que respetaría esos límites por temor a perder su posición social. Hasta esta noche…
Pero no hay que desesperar: me pondré unos leggings y un cuello alto para salir.
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Mi voto Ángel para ti. Me ha impresionado tu historia, personaje bien construido, espero que haya poca gente que guarde sus hematomas por el lujo.
Pues las hay .Sin ser notario doy fe. Más que el lujo en sí, es la dependencia del otro y el miedo a perder un status. Muchas gracias por tus ánimos.
Hola, Ángel.
Hasta donde puede llegar el amor al lujo… tú nos lo desvelas. ¿salir? A alternar, a darse un garbeo, o para escapar de esa mala bestia con la que duerme. Dejas abierta la historia al lector. Es otro gran micro tuyo.
Esa era la intención Salir ¿a dónde?. Siempre he creído el el micro vale más por lo que insinúa que por lo que cuenta. Muchas gracias
Ángel… mi voto para ti!
Lo que hace una por el lujo, madre mía… qué pena!!!
Me ha encantado la sucesión comparativa del principio, va in crescendo, pero en importancia real, decrece… enhorabuena!
Que tengas mucha suerte tú también!
Una joyita de relato!
Un abrazo
Marta
Gracias Marta.
Hola, Ángel.
Un título que le va a la historia como anillo al dedo, aunque el lujo, los caprichos y las marcas tienen menos valor que lo relativo a lo emocional. Para mí, si lo afectivo no está cubierto me sobra todo lo demás, pero si -encima- hubiere un solo hematoma que soportar… mandaría todo a la m, con su denuncia correspondiente.
Fabuloso, fabuloso.
Abrazo grandísimo y suerte.
Quiero pensar que la prota «salió» a poner la denuncia. ¿O no?. Gracias Towanda
Hay mujeres que aguantan los malos tratos por miedo, pero la protagonista cambia golpes por lujo y comodidad. Los destellos ciegan su dignidad. Muy bueno, Ángel. Voto y un abrazo.
Gracias Salvador. Eso es lo que pretendía decir, pero lo has dicho túTú lo has dicho: «los destellos ciegan la dignidad». Se echa en falta tu relato de septiembre. Dile a Taburete que te eche una mano. Saludos.
Me maravilla, Ángel, maestro, cómo estás siendo capaz de alternar micros sarcásticos con otros «sociales», por denominarlos con un convencionalismo, impropio como todos.
Por desgracia, en este caso, cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia. Hay personas que venden su dignidad, que se supone es lo más inalienable que hay. No solo mujeres. También, aunque menos, hombres, que soportan hematomas no físicos, sino psíquicos, por cosas alternativas a los diamantes.
Suerte, compañero.
¡Redios, qué bien dicho!. Suscribo todas tus palabras. Aunque no me creo que seas hebreo, sino vikingo.
Me rindo. Me rindo al encanto de tus historias, a la entonación de tus palabras escritas, a la precisión de los títulos,…
Pues eso, que un saludo.
No te rindas, holgazana y escribe algo para septiembre. Gracias mil.
Ángel, te doy mi voto. Lo merece la forma de tratar este drama, los matices que enuncias en tan pocas palabras, el tono y el ritmo que imprimes (como siempre) al relato.
Suerte.
Agradezco enormemente tus palabras. No todos los lunes son tan benévolos. Gracias
Ángel, me ha impresionado tu microrrelato.
Salir de cualquier zona de confort cuesta mucho. Es una realidad que atañe tanto a hombres como a mujeres. En tu micro la protagonista es una mujer, pero igualmente podía ser un hombre.
Un saludo y mucha suerte.
Efectivamente amiga. La incertidumbre ante lo desconocido inhibe a las personas aún en situaciones donde está claro que algo hay que hacer. El miedo es libre, y su libertad es a costa de quien lo padece.
Gracias; y si no has enviado tu relato..ya estás tardando.
Pues no creo que la protagonista salga para denunciar NADA, porque ese «nada» es su vida. «Pero no hay que desesperar: me pondré unos leggings y un cuello alto para salir»… y continuaré con esta vida, la que conozco, en la que sé moverme, donde tengo todas mis cosas, las que me visten y me dan de comer; mis amigos, mis caprichos, mi día a día, mi seguridad… Fuera de aquí, ¿qué?… Aunque, esta noche parece que se le ha ido un poco la mano, y se han extendido los cardenales: en una rodilla y el cuello… Pero, no hay que desesperarse, puedo taparlos con estos leggings de Armani, y ese jersey de Gucci que todavía no he estrenado.
No debe de ser tan fácil salir, denunciar y comenzar una nueva vida.
Todo se ve más sencillo desde fuera, por eso somos tan buenos dando consejos para los problemas ajenos.
Ángel, un micro para reflexionar. Me gusta ese final abierto (como la vida misma).
Un abrazo.
Suscribo todas tus palabras como acertada prolongación de mi relato . Y por supuesto, hay que respetar los tiempos de las personas. No podemos pedir a la protagonista un salto al vacío. Acompañar, aconsejar… no atosigar.
Vuelve a ser un mes más uno de mis preferidos, solo que en esta ocasión no puedo concederle mi punto de enhorabuena sin añadir que este relato confirma el buen hacer al que nos tiene acostumbrados.
Mucha suerte.
Buenas tardes Joaquín. Agradezco sinceramente tus palabras, a las que pongo acento sevillano, que tan bien me suena. A ver si en octubre nos podemos leer mutuamente nuestros relatos publicados.
Relato muy duro al que no le sobra ni un punto ni una coma. Buen ritmo y bien escrito . Felicidades. Ahí va mi voto.
Buenos días Gabriel. La escritura (llamar a ésto literatura puede resultar pretencioso) puede arrancar sonrisas o levantar ampollas. Muchísimas gracias por tu apoyo.