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ROSA GALLARDO 

Llovía, y yo preparaba el juicio, el invierno se hacía menos duro con mi manta y viendo a mi pequeña jugar feliz a mi lado. Al ver peritar el valor de la casa pude comprobar la grave injusticia que se podría cometer. Ese refugio familiar… lugar de risas, desconexión, felicidad, podía desaparecer con la velocidad del paso de una estrella fugaz. Ahorro tiempo en escribir mi opinión sobre la situación y sobre la regulación de las hipotecas en tiempos de crisis, sobre la poca cultura gubernamental en materia de desahucios. Busco jurisprudencia y legislación en la que poder ampararme, días enteros, hasta que llegó el más temido, el del juicio. Tras el transcurso del mismo, veo como todas mis pretensiones van a ser desestimadas. Salgo, llego a casa y veo a mi pequeña: -Cariño, recoge las cosas que vamos a pasar un tiempo en la casa de la abuela.

 

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