Imagen de perfilCOMO EL FUEGO AL HIELO

Guillermo Portillo Guzmán 

El juicio no iba demasiado bien. Los dos abogados intervenían alternativamente defendiendo los intereses de sus clientes, mientras el letrado de la Administración de Justicia levantaba acta de todo lo expresado, al tiempo que el juez escuchaba atentamente los alegatos de las partes buscando sentencia justa.

Él, poderoso como un rey refulgente e imperecedero, impuso siempre su voluntad de vivir en el Mediterráneo.
Ella, delicada y blanquecina, prefería el Atlántico más frío y privado.

Su larga historia de amor acabó mal, muy mal. Las explosiones llenas de furia y agresividad fueron en aumento hasta llegar a relevar la piel de ella, dejando marcas que nunca podría disimular. Su relación había pasado de ser una feria, a una pista de coches de choque. Y él imponía todos los días su fuerza y su ley.

Eso los separó para siempre, tanto, que el Sol vivía de día y la Luna de noche.

 

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