Imagen de perfilJuzgado de playa

Marta Trutxuelo García 

—Con la venia, señoría— comienza ella colocándose la toalla cual toga floreada— expondré mis alegatos finales. El acusado —señalando al joven escondido tras un flequillo— aceptó un contrato estival de actividades diversas sin programar, pero se ha negado a disfrutarlo. Manifiesto que según la Declaración Convivencial de los García, cuando un miembro de la familia muestra una actitud distante, se le podrá requisar el artículo que provoca dicha conducta; presento prueba número 1: Iphone.
—¡Mamá!—protesta el adolescente.
—¡Silencio en la playa!—decreto sobre el estrado de arena—. Establezco fianza de dos horas de digestión previa al ingreso en prisión marítima. Si demuestra buena conducta entre las olas, se le reintegrará el objeto requisado.
Atisbo en mi hijo una sonrisa tan tímida como su incipiente bigotito y tras declarar ¡visto para sentencia!, los tres miembros de la Corte veraniega de los García celebramos con un helado la sentencia absolutoria.

 

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