Imagen de perfilHeladería-Churrería Genaro

Carolina Navarro Diestre 

El juez Velarde siempre pide de yogur, es un hecho manifiesto que le ayuda a aclarar la voz, dice. El fiscal general prefiere sabores más cítricos mientras que los administrativos, por su parte, tiran de stracciatella. En cambio, la hermosa taquígrafa nunca entra en su heladería, se lamenta Genaro. A ella le gustan los churros, por lo visto. Distante y bella, cada día la ve alejarse de su local con bamboleantes movimientos de cadera. Se mueve como una ola de gelatina, piensa lleno de deseo. Hasta que Genaro decide solicitar asesoría legal y le ayudan a cambiar el epígrafe del negocio: un artículo, registro mercantil, tasa, pim pam. Con qué alborozo recibe Genaro la máquina de churros, con qué ahínco le vemos programar sus engranajes. ¡Y qué alegría cuando la taquígrafa se acerca a la churrería por primera vez!

Qué tristeza, sin embargo, cuando ella pregunta inocentemente: “Perdona, ¿tenéis croissants?».

 

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