Imagen de perfilEl corredor de la muerte y el corredor de la calle

Javier Gallardo 

—Tome, cómprese algo para comer —dijo dándome unos dólares.
—Gracias… —respondí aturdido.
—¿Cómo acabó aquí? ¿Tenía algún oficio? —preguntó interesado.
—Antes era abogado.

***

Cualquiera que se hubiera fijado en nosotros habría concluido que nos encontrábamos en una ola de calor. No obstante, estábamos en pleno mes de diciembre. El sudor nos recorría la espalda como una red de ríos y sus afluentes. Después de programar y exponer una ardua defensa, finalmente el juez iba a pronunciarse. Antes de poner de manifiesto el fallo, observó a mi cliente con una mirada distante. Condenado. Se nos cayó el alma al suelo. John Patterson, un fontanero afroamericano, había sido sentenciado, injustamente, con la pena de muerte en aplicación del artículo 775.082 del Código Penal de Florida. El recuerdo de sus ojos vacíos de vida y el hecho de que sus cuatro hijos habían quedado huérfanos me impidieron volver a pisar un tribunal.

 

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