Secreto de confesión
Ander Balzategi JuldainEntró en mi despacho precipitadamente. Se sentó ante mí inquieto, con el gesto urgente, y me dijo que además de escucharlo debía proteger su identidad. Me reveló que había vivido casi toda su vida de incógnito, oculto tras un nombre falso pero que ya no podía aguantar más la carga. Se sentía con la obligación de redimirse y miraba hacia la puerta, como si una muchedumbre de fantasmas lo persiguiese.
Había sido el encargado de la seguridad en un campo de concentración nazi, confesó por fin. Se excusó diciendo que nada de lo acontecido fue bajo su responsabilidad. Vivían engañados, la diversidad era enemiga de la raza pura y ésta debía fortalecerse. Fue espeluznante, gimió, y sus ojos brillaron con los desgarros de la culpa.
Luego añadió:
– Ahora que te has hecho abogado puedo contártelo, porque esto es como contárselo a un cura, ¿verdad?
-Sí, abuelo- contesté apenado.
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Muy buen micro. Resulta inevitable empatizar con el abuelo. Mi voto y un abrazo.
muchas gracias por el comentario y el voto, Ana
El pasado nos persigue. Es importante no dejarlo muy atrás para evitar repetir los errores.
Tu secreto no está a salvo conmigo, Ander, pienso contarlo a los cuatro vientos para que no se nos olvide.
Un saludo
Encantado de que difundas el “microsecreto”, pero que conste que yo no he sido, ¿eh? Muchas gracias Margarita
Enhorabuena por tu relato, Ander. Creo que ese nieto hubiera preferido no conocer el secreto de su abuelo… Lo has contado de una forma muy tierna, me encanta.
Te envío mi voto y un abrazo.
Si, la pena del nieto contiene el agravante de sentirse partícipe del secreto por ser abogado más que por ser Su nieto. Muchas gracias Ana
Enhorabuena, Ander. Es un relato excelente.
El abuelo necesitaba contarlo para redimirse…»miraba hacia la puerta, como si una muchedumbre de fantasmas lo persiguiese».
Es muy bueno, te envío mi voto y un abrazo..
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Gracias Aurora, te agradezco el comentario