Imagen de perfilDESDE RUSIA CON AMOR

Esteban Torres Sagra 

Si hubiese tenido ametralladora, yo ahora sería una raqueta de pádel. No correspondió al saludo y mi mano, pájaro torpe, volvió al bolsillo. Busqué apoyo en su mirada, pero solo encontré un carámbano. Comencé a sudar como el anfitrión de una barbacoa cuando iba a decirle que no era la clase de abogado que buscaba; pero entonces su voz, seseante y dulce, de niño asustado, comenzó a revelar sus intenciones: “Mi dinero y su experiensia formarán una aliansa invensible. Debe dar forma jurídica a mi idea de fortaleser vínculos y servir de vaso comunicante por el que fluya la solidaridad entre países. ¿Quiere cooperar conmigo?“
Tras realojar la adrenalina, intenté recuperar mi color arrojándome un vasito de agua a la cara, pero no era agua. Lloré como nunca, no sé si porque al fin le sería útil a la Humanidad o por el vodka que me entró en los ojos.

 

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