Imagen de perfilCuando marcharon las cigüeñas

David Villar Cembellín 

Las cigüeñas migraron en otoño, pero esta vez no regresaron. Nos decían que todavía se las podía ver en el África subsahariana, o más al sur incluso. Poco a poco nos fuimos habituando a su desaparición. Comenzamos a cooperar y a ocupar los campanarios. Cada uno traía lo que podía —ramas, musgo, pequeños arbustos—, y con solidaridad fuimos edificando nidos. Por último, enviamos a las hembras ponederas. No faltaron las voces discordantes, claro: que los humanos no debíamos ocupar el espacio de las aves, que esa ocupación de las espadañas suponía un ultraje contra los planes de urbanismo municipal, etecé. Fue necesario fortalecer nuestra causa con el apoyo de un bufete de abogados. Nosotros nos personamos en nombre de las cigüeñas, in absentia, y ganamos. ¡Larga vida a la alianza Homo Sapiens-Ciconiidae! Para verano nacerán los primeros cigoñinos. Veréis qué hermosura de bebés, níveos, su nariz puntiaguda, revoloteando.

 

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