Imagen de perfilTras la toga

Javier Sánchez Bernal 

El abogado solicitó que la guarda cautelar de los hijos correspondiera a su padre, pero el juez continuaba renuente a sentenciar en su favor. Todo parecía indicar que aquel proceso de divorcio sería largo, complejo y encarnizado. Los padres del chico, cada uno a un lado del estrado, ni siquiera se miraban a la cara. Al salir de la sala de vistas cerró los ojos y se recordó: “rendirte nunca fue una palabra en tu glosario”. ¿Qué podía hacer para cumplir las expectativas de su cliente? Se perdió entre los pasillos del Juzgado, dispuesto a volver a su despacho de la calle Alcalá, cuando fue testigo de una escena que lo dejó helado: aquel niño, el verdadero perjudicado por la necia disputa de sus progenitores, consolaba a su padre, recordándolo cuánto lo quería, mientras abrazaba a su madre. Aquel pequeño era el único héroe en aquella guerra absurda.

 

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