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Calamanda Nevado Cerro 

Daba los primeros pasos en el ejercicio de su profesión y quería repasar su recurrente glosario antes del juicio. Mientras mecía a su bebé le recitó en voz alta: Me pagan por sentenciar, pero el veredicto, como los melones, si maduran mucho se pasan. El Derecho no es una ciencia exacta y el Ilustrísimo, la toga y el mazo no dotan de infalibilidad. Ni mis dictámenes pasarán a la historia.
Hijo, sentencia viene de sentimiento; no olvido que soy humano, un empleado público con un trabajo artesanal; sin reparos en cambiar un proyecto si advierto error o enfoque más justo y correcto. Oye, tampoco soy un héroe para tener contentas a todas las partes.
Escúchame bien; libro cerrado no saca letrado y un abogado listo te hace creer lo que nunca has visto. Te quedaste helado con mi medida cautelar, ehhh…
¡Cómo, ahora lloras! Recursos protestas y pataletas las justas.

 

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