Imagen de perfilEL SENTIDO DE LA VIDA

Julia A. García Navarro 

Al viejo abogado le gustaban los miércoles. Se afeitaba y se perfumaba con una toalla empapada de loción. Después sacaba de la carpeta alguna notificación de los autos polvorientos y cambiaba la fecha original con tipex y bolígrafo. Antes de salir empaquetaba lo único que sabía cocinar; un pastel que alguien dijo que a ella le gustaba – mouse de yogur con nuez -.

Su clienta había sido condenada y los recursos se agotaron años atrás, pero él seguía acudiendo y ella atendía las explicaciones sobre el incidente judicial con el mismo interés que si un tribunal acabara de tramitarlo.

Antes de despedirse, el abogado prometía hacer lo imposible para localizar la llave de su inocencia y la presa daba las gracias por el dulce.

Él estaba jubilado y ella no necesitaba abogado por lo que aquellas visitas carencian de sentido, aunque dieran un sentido a la vida.

 

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