Vecinos
Beatriz García HerreraLa división del predio familiar le dejó sin acceso a la vía pública.
Para poder ir a trabajar, tuvo que hacerse amigo del perro de su hermano, dueño de la finca colindante. Que no es que su hermano fuera un perro, que también, sino que se había adjudicado uno de presa, todo fuera por facilitar aquellas entradas y salidas furtivas de su amado hermano a través de sus tierras. La medida fue eficaz unos días, pero a base de chuletones al punto, nuestro protagonista alcanzó una insospechada paz interespecies.
Así pasaron los años, largos, confinados y furtivos años, invirtiendo gran cantidad de su presupuesto en la carnicería, hasta que una película de romanos le sacó de su letargo jurídico.
¿Realmente existía algo llamado servidumbre de paso?
¿Podría no ser la suya una causa perdida?
¿Podría tener él un derecho de paso a través de la finca de su hermano?
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Una vez escuché a un naturalista decir que a cualquier animal se le puede ganar con cariño y comida. El problema es cuando la segunda opción se prolonga en el tiempo y resulta costosa en exceso..
Se supone que el Derecho está pensado para resolver conflictos. Tu protagonista ha dado, quizá, el primer paso para sentar un precedente basándose en antigua jurisprudencia.
Una historia que demuestra que vecinos y hermanos, que parecen condenados a entenderse, no siempre lo consiguen.
Un saludo, Beatriz
Muchas gracias por tu comentario, Ángel.
Un precioso ejemplo de las bondades del derecho romano, del cariño a los animales aunque sea conquistado con carne y de cuánto de malas pueden ser las relaciones entre personas que deberían llevarse muy bien. Mi voto y un abrazo!!
Muchas gracias!!
Un relato original y divertido, y bien escrito. Enhorabuena y mi voto.
¡Muchísimas gracias!
¡Viva la imaginación , la literatura y el derecho romano! Pero, por encima de todo, vivan los chuletones al punto. Un voto de tu carnicero. ¡Suerte!
¡¡Gracias!!