Imagen de perfilLos peligros del chocolate

Wibo Sefeld 

Los árboles muertos y blanquecinos otorgan al paisaje una apariencia fantasmal. Entre la maleza, niños de corta edad abriendo vainas de cacao. Hoy, apenas queda una ínfima parte del bosque protegido. Las grandes multinacionales alegan sutilmente que han sobreestimado su abundancia. Sus abogados cobran grandes emolumentos mientras su honor se cuela por las rendijas de la ley. Hasta ahora, nadie ha podido de forma eficaz pararles los pies y a los grupos ecologistas nunca les han querido facilitar el acceso a las plantaciones. Como abogado en ciernes, iluso y comprometido, me habían erigido como firme defensor de la causa. Nadie podía imaginar que el juez fallara a nuestro favor. Hoy, me planto delante de los abogados contrarios, levanto mis minutas y con mucha parsimonia las voy rompiendo. La paz interior que siento es inmensa.

 

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