Imagen de perfilPURO TEATRO

Teresa Arpal García 

Para alejar mis miedos la puesta en escena debía ser perfecta: cerca del ordenador un cactus, el calcetín verde de la suerte en el pie derecho y el lápiz de madera en el bolsillo interior izquierdo de la camisa; pautas que yo seguía como derecho consuetudinario que había de cumplir antes de iniciar el trabajo. Todo y más, para no sentirme desfavorecido por la musa de la inspiración y poder representar mi papel de abogado con el aplomo debido.
Yo frente a la pantalla mostraba mis dotes profesionales a la perfección… -¡Corten!- Oí mientras tecleaba negro sobre blanco… -¡Te llaman!- Escuché mientras mis dedos creaban una sonata excelsa en el teclado… -¡Es tu letrado…! ¿Pregunta por qué no estás en el juzgado?- Sobresaltado acabé con la mano llena de espinas, el pie derecho enganchado en los cables y mi cabeza en el suelo… ¡las togas me imponen!

 

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