Vecinos
Mikel Aboitiz Un mes tardé en erradicar la población de saltamontes de la cocina. Llamadas al casero, su incredulidad, pegas. Finalmente, recurriendo a un abogado, un exterminador pasó por casa. Mantengo un fuego cruzado de cartas con membretes jurídicos con mi arrendador. Porque a las cucarachas le siguieron los ratones. Me despierto por las noches con visiones de lluvias de fuego y granizo, moscas, plagas bíblicas y requerimientos judiciales. He dejado el café. Ahora mi vida gira en torno a médicos cargantes y abogados solícitos. Me siento vulnerable, fuera de mí. Ayer, al abrir el colacao del desayuno, hallé un pelo de bigote de conejo. Hoy he dado con su rastro. Una abertura en el suelo del salón me abre la oportunidad de encontrar su madriguera. Si me empleo a fondo, el túnel pronto estará listo (soy ingeniero de caminos). Mientras excavo, solo temo una cosa: toparme con un bufete de abogados.
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Tengo el honor de quitarte la virginidad votacional. Nos ha dado por los animales a varios este mes. Mucha suerte y un abrazo.
El honor es el mío, al recibir tu voto.
Un abrazo
Nunca se sabe lo que puede aparecer en una casa. La naturaleza es sabia y la fauna sabe adaptarse al medio.
Con los okupas, además, hay que andar con mucho tiento. Hasta un inofensivo conejo puede tener un bufete de abogados para defender sus intereses.
Una historia surrealista y divertida, Mikel.
Suerte
Me alegra haberte divertido, Ángel.
Gracias por tu comentario y un saludo
Qué original, divertido y bien escrito. Enhorabuena, mi voto, y un saludo
Gracias, Nicolás. Tu comentario me anima a seguir escribiendo
Me ha encantado tu micro, Mikel. Es muy cómico.
Enhorabuena, mucha suerte y mi voto.
Me alegra si te he podido sacar una sonrisa aunque haya sido de un bote de Colacao. Gracias
Muy bien Mikel, tu relato me ha resultado muy ameno. Se podría haber titulado también: «BICHOS», y no lo digo solamente por los animales.
Tienes mi voto y un saludo.
Un título muy sugerente. Gracias por leer y comentar.
Un saludo