Imagen de perfilEL LETRADO ANTONIO

SANTIAGO MESSA POULLET 

Antonio era un abogado muy especial. Concebía la práctica de la abogacía como una oportunidad para hacer un mundo más justo y erradicar situaciones de indigencia y exclusión. Para él, la población más vulnerable de nuestro entramado social era el colectivo de los “sin hogar”, los desarraigados, los “sin techo” y a ellos dedicaba buena parte de su tiempo libre, sobre todo los días de frío y lluvia. Era su segundo empleo, que grafiaba con su camiseta descolorida como uniforme y el lema: “abogado en la calle”. Eso era Antonio: un letrado callejero. Hoy atendía a Salvador que se consideraba secretario de Dios y que acumulaba denuncias por ocupación ilegal de un trozo de acera de la inmensa vía pública. Luego pensaba visitar a Rosario con orden de desalojo del Cajero de Larios.
La clientela de Antonio siempre fue algo exclusiva.

 

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