Imagen de perfilPUESTA EN ESCENA

Esteban Torres Sagra 

Coloqué en la sala un recipiente con un pececillo dentro. Luego, en mitad de mi argumentación, vacié por sorpresa sobre él un poco del vertido derramado en la presa. Ante mi pregunta retórica de “si alguien bebería aquel engendro amarronado o se comería la pesca en semejantes condiciones”, la abogada contraria, lejos de amilanarse, llenó una botella de la que fue sorbiendo traguitos a la par que me desacreditaba con mi propio montaje. Mi pequeño Nemo pudo conservar la vida en semejante agua sin dejar de moverse ni un segundo.
Humillante.
Al recoger el pez me di cuenta que era de plástico.
Al mirar en la papelera, que la botellita tenía un compartimento secreto.
En la sonrisa de mi (ex)socio que alguien debió pagarle en especie por el chivatazo.
Llaman. Me notifican una inculpación por intento faunicida mientras escucho en la radio la gastroenteritis aguda que asuela la comarca.

 

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