La ética de mis hijos
Guillermo Portillo GuzmánMi cliente dijo: -¡No!, no estoy dispuesto a gastar mis cortos beneficios en reestructurar el proceso industrial para eliminar el vertido al agua de los residuos, con el fin de conservar la pesca de las angulas. Ese sector no tiene nada que ver con el mío.
Yo le repliqué: -Pero si no moderniza sus instalaciones pensando en la protección del medio ambiente, la sociedad lo eliminará sin contemplaciones.
-Ningún juez me va a decir como hacer mis fabricados -me respondió.
-Pues siento mucho comunicarle, que mi código ético personal inculcado en mi conciencia por mis hijos, me insta a rechazar su defensa.
Aquella renuncia a mi responsabilidad como abogado defensor en la nómina de la fábrica, me produjo más satisfacción que ninguno de los juicios que hasta ese momento había ganado. A pesar que desde entonces, las angulas se comercializaron en cartuchos de papel, en vez de estuches de plástico.
+5
Queremos saber tu opinión
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Ante todo, la ética, más aún pensando en el futuro que dejamos a las nuevas generaciones. Ese empresario intransigente se llevó toda una lección de dignidad. El abogado que le rechazó a él y a su caso tuvo menos ganancias económicas, pero como él bien explica, tuvo una gran victoria moral. Además, el caso, de todas formas, parecía perdido de entrada.
Como se dice por aquí, inauguro tu casillero. Un saludo, Guillermo.
Suerte
Gracias Ángel. Lo que cito de la ética medioambiental es cierto. Mis dos hijos son mis profesores en ese campo.
En la vida, no todo vale. Tu protagonista ha sabido anteponer sus principios a obtener beneficios económicos. Muy bien por él. Hay que predicar a los hijos con el ejemplo.
Te deseo mucha suerte y te dejo mi voto.
Besos.
Gracias Pilar, en esto, nuestros hijos nos llevan de calle y van muy por delante en lo relativo a cuidar su futuro, al menos, los míos. Tu relato, que va en cabeza por ahora, me gustó, pero mi voto este mes se lo llevó Noé y su arca medioambiental.