Imagen de perfilPENSIONES, DERECHOS Y AMORES

Ángel Montoro Valverde 

Corría y corría y corría en igual dirección que los demás. Como ñus cruzando el Mara, sin tiempo para pensar, fui descartando bocacalles que salían al paso. Observé cómo a todos, inexplicablemente, nos faltaba un zapato. Por eso, al llegar al hemiciclo formamos asamblea para estudiar tan insólito suceso, discutiendo nuevas fórmulas para la movilidad, la colectivización del calzado, el aprovechamiento por turnos previa firma del albarán de entrega, o la altura de los tacones. Alguien con más anillos que dedos apeló a la libertad individual mientras que otro insistía en abogar por su prohibición.

Al final se impuso el sentido común y nos amputamos los pies descalzos.

La decisión, aunque dolorosa, era justa; razón por la que extendimos tan equitativo criterio a todos los ámbitos, para censurar ideas y cercenar sueños que corrían el riesgo de no cumplirse.

Yo, persona culta y políglota, guardo silencio en varios idiomas.

 

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