La ruta de la seda
Jorge Luis González CastroNo me considero un abogado escrupuloso, aunque confieso que me disgustó la frivolidad de aquella mujer, hablaba mirándose su monumental anillo, le importaba poco el resultado del caso, temiendo solo a los titulares de la prensa rosa: “Multimillonaria compra un hijo-robot falsificado”. La firma demandante pretendía la destrucción del modelo falso fabricado en China. Sin esperanzas no quedaba más remedio que abogar sobre la base de la buena fe, alegando que el albarán redactado en idioma inglés parecía auténtico al igual que el modelo. Luego de un proceso espinoso la sentencia corroboró mis peores predicciones. Llegué descorazonado a casa y mi hija-robot me abrazó sonriente, dibujamos juntos y luego se durmió suspirando mientras acariciaba su imperfecto cabello. Mi hija también era una falsificación china, pero nadie me podía censurar con juicios morales de consumidor responsable, a fin de cuentas ella amaba tan intensamente como un modelo original.
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Está claro: el amor tiene razones que la razón no entiende. Un relato entre el «a quien le importa » y el «qué sabe nadie». Enhorabuena: te ha salido un relato redondo, y no parece una réplica.
Muchas gracias, me pregunto si algún día los abogados tendremos que lidiar con estos procesos y si la Ley regulará la relación paterno-filial o de algún otro tipo con esas adorables máquinas que seguramente se inventarán y, por desgracia, también se falsificarán.
Enhorabuena, Jorge.
Me has dejado con los ojos risueños mientras te iba leyendo.
En las cosas del amor, del cariño y de los afectos, nadie está en posesión única de la verdad. Tu protagonista así lo afirma y, también, yo lo entiendo de igual manera.
Abrazos, y me alegro mucho de encontrarnos otra vez por aquí.
Gracias por tu comentario Madrid, sabes que el micro es para ti por tu gentileza de enviarme las palabras de junio.
Muchísimas gracias por ese gesto, aunque el mérito es solo tuyo por hilar un micro tan bien.
Que la suerte te acompañe, Cuba.
Un abrazo.
Hola, Jorge,
Tu relato tiene una narrativa que engancha enseguida: la trama tan impactante, reflejada en la situación paralela entre abogado y cliente, la actualidad de la cuestión de las imitaciones llevada al extremo (hijos-robot)… y el final me ha encantado, lo que nos hace humanos, el amor por encima de todo!
Enhorabuena y te deseo mucha suerte… y un votito más!
Un abrazo
Marta
Marta, muchas gracias por su comentario y por su voto, no había podido responder antes por cuestiones de trabajo. Saludos calurosos desde Cuba y no es metáfora.