Relaciones vecinales
Eva María Cardona GuaschNunca escatimo esfuerzos y suelo preparar cada caso a fondo y sobre el terreno. No sólo con miras puestas en los honorarios sino por mero prurito profesional. Con más razón me esmeré cuando se trató de un asunto propio.
Las obras del nuevo vecino me incomodaban. Temía que la ampliación de su casa acabara invadiendo los lindes de mi propiedad y, como consecuencia, nuestra intimidad. Inicialmente no sabía hasta qué punto.
Me puse a investigar si contaban con licencia. Frente a mi obcecación creciente con el tema, mi mujer se esforzaba por serenarme y desviar mi atención, con zalamerías y arrumacos casi olvidados. Fracasó.
En una incursión al predio colindante para comprobar retranqueos, convertido yo en vulgar merodeador, entre sacos de arena y cemento, encontré al vecino en actitud tan fogosa y manifiesta que no requerió de la explicación que, al verse sorprendida, pretendió ofrecer mi esposa.
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Jajaja. Es lo que tienen las relaciones de vecindad, que no solo se regulan por el Código Civil…
Como siempre, suerte, Eva María.
Gracias, Manuel. Suerte también para ti.
Glub!. Ese vecino se saltaba muchas lindes. Relato divertido, pero…intrigante.
Hay fronteras que es mejor no atravesar… si no se quiere saber más.