El abogado que no supo responder a mamá
VICTORIANO AYLLON CALIZ Un día, al poco de empezar a ejercer, mi madre, con mirada orgullosa, me preguntó cómo me sentía al ser abogado. No supe qué responderle. Vi en sus ojos la decepción. De eso hace ya cinco años.
Primer día de agosto. Le he prometido a mi mujer que este verano voy a desconectar. Nada de investigar sobre asuntos pendientes ni de comerme el coco con honorarios impagados. ¡Estamos de vacaciones!
Tumbado en la fina arena, tan cerca del mar que la brisa me eriza la piel y el agua me azota suave a intervalos precisos. La vida aquí parece tener sentido. Se acerca un chiquillo con pala y rastrillo. Mira a su padre, que le da licencia. El niño traza una raya en la arena. Una linde perfecta, pienso. ¡Emergencia! En septiembre me espera el juicio sobre acción de deslinde… ¿Lo tengo preparado?
Cuando regrese tengo que responder a mamá.
+3
Queremos saber tu opinión
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.


Jajaja. Es que es una pregunta muy difícil de responder, y ni siquiera hay comodín de la llamada.
Suerte, Victoriano.
¿A que si es dificil? Gracias Manuel, igualmente suerte para ti.
Un peligro ver una linde en cualquier raya. Igual algún verano de éstos lo conseguimos. Realismo cotidiano. Buen realto.
Muchas gracias. Cuando lo consigamos dejaremos de ser abogados.
To my taste, it’s a little too perfect. I strongly support taking the design in new directions and challenging us Seiko fans with innovations in materials, coatings, and aesthetics, but this release link feels almost focus-grouped.
My grandmother was 13 years old when she made her way to America with Hugo and Irene on a Dutch ship in August 1939. Once wealthy business owners in Wiesenfeld, my family arrived in America with four dollars, a gold IWC pocket watch, and – most importantly – their lives. Irene, link always a tough woman, lived to 100. She used to pace around my grandmother’s house muttering that the Nazis stole her piano.