Imagen de perfilLa cárcel de oro

Natalia G. Castañeda 

Creyeron que su salvación estaba en Europa porque allí la barbarie humana no teñiría los días con el rojo y gris de la destrucción. Porque allí no tendrían que huir con lo puesto en una barca arrastrada por la corriente con la incertidumbre de no saber si aguantará hasta llegar a tierra firme o serán engullidos por el mar. Porque allí no pasarían las horas a la intemperie ni tendrían que agujerear la alambrada para atravesar la frontera. Porque después de perderlo todo y sortear a la muerte creían que serían bien recibidos. Pero se equivocaron y niños, abuelas, huérfanos o familias enteras están ahora atrapados. Algunos son médicos, abogados o amas de casa, pero en los campos son sólo refugiados encerrados en una cárcel de oro.

 

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