Imagen de perfilBATALLÓN DE ABOGADOS

Pilar Blázquez 

Mi padre disimuló una lágrima cuando comíamos un delicioso postre casero. El televisor documentaba otra guerra con imágenes de una muchedumbre peleando por comida lanzada desde camiones. Quizá recordó cómo sus padres sufrieron también el miedo y el hambre de la huida; o cómo, por salvar la vida, partieron hacia ese país vecino donde la humanidad existía segura, libre. Habían cruzado un montañoso paso fronterizo con el hijo en brazos, mucho frío y arrastrando sólo un hatillo de esperanzas para abrigarle. Y sí, escaparon del horror, pero cuando llegaron les alojaron durante meses al sereno, entre las bochornosas alambradas de un campo de internamiento delimitado junto al mar. Estudié Derecho para construir Justicia; entonces, ¿a qué esperaba? Aparté el postre, besé a mi padre y entré en la web de la Abogacía para alistarme en este Registro de abogados, un batallón de voluntarios que defenderá la dignidad de los refugiados.

 

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