Imagen de perfilTENGO UN VENCIMIENTO

Manuel de la Peña Garrido 

– No puedo. Tengo un vencimiento.

Con aquellas palabras, papá declinaba compromisos sociales; se excusaba por no asistir con mamá al estreno de una nueva adaptación de “Cyrano” o no ayudarme con los deberes.

Yo no entendía por qué, siendo abogado y no militar, papá andaba siempre con “vencimientos”, pero no llegaba a invertir ni un solo minuto en descifrar tamaño enigma. “Estos mayores están majaretas”, zanjaba la cuestión, emulando a Obélix.

– Podrías venirte una mañana al rodaje sobre los jueces-estrella. Es una producción magnífica -le acabo de sugerir (aunque también estudié Derecho, trabajo en la industria del cine).

– Sabes que no puedo.

– Disfrutarías un montón.

– Tengo varios vencimientos.

Ignora que las demandas y recursos que contesta e impugna no son reales. Los invento yo a diario. Tenerle ocupado ejerciendo su profesión es el perfecto antídoto contra el alzhéimer.
Mejor que los crucigramas y sudokus.

 

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