Erre que erre
Pilar BlázquezAquel Jurado se le resistía. Sí, a ella, la brillante letrada que demostraba igual maestría redactando un complejo recurso de casación que un humilde asentimiento entre particulares. Si su impecable prosa jurídica le hacía ganar complicados casos ante la judicatura más hueso del país, ¿qué le pasaba a aquel Jurado? Escudriñó ansiosa la pantalla; nada, otro mes que había sido excluida de los seleccionados. Cerró la lista dispuesta no ya a vencer, sino a conseguir al menos que publicaran en internet un texto suyo después de ¿cuántos?, ¿84 intentos desde 2008? Desplegó PARTICIPA y según leyó las cinco palabritas de obligada inserción en el relato del mes, oyó esa voz interior gritándole: ¡¡¡Renuncia!¡¡ ¡¡¡No te presentes en mayo!!! Conseguirías más éxitos y tardarías menos en redactar la macrodefensa de cualquier trama corrupta, que ligar con acierto los términos “trigo y genérico” en las 150 palabras de un microrrelato sobre abogados.
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Chapeau al relato, Pilar ¿Quién no se ha sentido así?