Nido vacío
laura pilato rodríguezEn primavera solía viajar hacia el sur. Hasta que, en uno de mis vuelos transversales, conocí a Celia, una abogada de familia que me ofreció protección y un nido seguro.
Celia tiene 45 años y hace 10 que enviudó. Desde entonces, ha intentado ser madre, sin éxito, acudiendo a diferentes clínicas de reproducción asistida. En la agencia de adopción la rechazaron por su edad. Y la posibilidad de que otra mujer pudiera gestar a su hijo, suponía un coste económico demasiado alto.
Mientras, en el bufete, ve niños abandonados por sus madres, y jovencitas inexpertas que interrumpen sus embarazos. Regresa a casa derrotada y me mira como si fuera su última esperanza. Yo trato de consolarla, arropándola entre mis alas, y le recuerdo que, muy a mi pesar, lo de las cigüeñas y los bebés es solo un cuento.