Imagen de perfilVOCACIÓN INESPERADA

Alberto Ferran Royo 

Lo primero que llamó su atención fue la defensa de la pena capital por el juez.

—¡Todo el que tenga cabeza puede ser decapitado! —exclamó antes de empezar el juicio, defendiendo que ese castigo era un legado milenario del reino.

Lo que vino después le siguió sorprendiendo: invenciones de normas, amenazas a testigos y acusado sin abogado. Harta de tanta injusticia, la joven se levantó exclamando:

—¡La condena no puede decidirse antes del juicio! Eso no es justicia.

Los animales del público la miraron, atónitos, incluyendo aquel conejo blanco que iba de un lado a otro siempre a la carrera. De repente, aquel país de las maravillas empezó a desvanecerse y despertó con la cabeza apoyada en la falda de su hermana, que le dijo con su dulce voz: “¡Cuánto tiempo has dormido!”.

Así fue como Alicia, después de aquel sueño inolvidable, decidió qué quería ser de mayor: abogada.

 

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