Imagen de perfilPequeños naufragios de la ley

Esperanza Tirado Jiménez 

Con la sentencia recién dictada golpeándole las sienes, sentía que ya no le quedaba alternativa.

Su carrera, centrada en defender el medioambiente, había empezado con ciertos éxitos aplaudidos entre la profesión. Pero ahora parecía zozobrar. Como si su cuerpo fuera un pequeño Titanic hundiéndose sin energía ante un escollo infranqueable: El de la última ley urbanística, que permitía a una gran multinacional de la construcción convertir un espacio natural, protegido y defendido por diferentes organizaciones con uñas y dientes, en un terreno enladrillado, asequible para ‘ecourbanitas’; que hipotecarían sus ideales por encima del hábitat de los originarios habitantes de la zona, cuyo futuro era amenazado de muerte por el cemento.

Borrando esa derrota de la tabla que aún la mantenía a flote, en su mente empezó a sonar una nueva melodía, que le impulsaba a renovar un compromiso laboral más ecológico. Esta vez no abandonaría el barco.

 

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