Imagen de perfilLa voz de la verdad

JESÚS LLOP PUIG 

Soy de natural inquisitivo. Cuando me topo con algo que no entiendo del todo (o no entiendo en absoluto) aplico toda mi energía a desbrozar el camino hasta llegar a una explicación convincente. Probablemente fue esa característica la que me condujo al desempeño de la abogacía.
No hace mucho llegó a mis manos un caso en el que tuve ocasión de ejercitar mi curiosidad innata. Mi representado parecía sincero; su relato, también. El problema era que la otra parte presentaba una versión alternativa que ofrecía igual verosimilitud.
Intenté renovar mi arsenal argumentativo mediante la lectura de novelas de detectives; repasé manuales de Derecho penal; llegué a estudiar lo más asequible del viejo Aristóteles.
Nada pude hacer. Frente al motor carbonizado del coche de mi cliente –que era de gasolina- la defensa aportó un único testimonio, de voz apenas humana pero persuasiva:
—Ha elegido usted gasóleo A.

 

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