Batería inagotable.
Guillermo Portillo GuzmánTras más de doce años litigando en los diferentes tribunales nacionales sin haber obtenido la beneplácita victoria que provocase la satisfacción, tanto de mi cliente, como mía, no me quedó otra alternativa que presentar recurso ante el Tribunal Internacional de La Haya.
De un lado, mi modesto título de graduado en Derecho especializado en agravios medioambientales. Del otro, despachos al completo representando a industrias químicas, petroleras, de automoción, suministradoras de energía y fabricantes de baterías.
Se enjuiciaba la legalidad del carácter internacional de la patente de la batería inagotable que había inventado mi defendido, y que hasta el momento, no se le permitía fabricar.
Aquello haría asequible a todo el mundo una energía que no se necesitaba renovar, protegiendo así al espacio natural.
Nos habían ofrecido una cifra inimaginable por no comparecer, tan enorme, que me temblaron las piernas. Mi cliente la rechazó.
Diez días después, se publicó la sentencia.
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Hay que ser muy idealista para rechazar una cifra astronómica, ¡Espero que la sentencia fuera favorable!
Enhorabuena
Mas que idealista, mi cliente era un «Quijote» soñador, que pensó ofrecer su invento al mundo sin recibir nada a cambio.(Alguno hay por ahí. Pocos por supuesto, pero haberlos haylos)
Gracias por tu visita y voto.
Pdt. La sentencia no fue favorable. Por eso seguimos cambiando las pilas a los transistores y a los relojes.
Nos quedamos con la duda de qué parte saldría vencedora tras la sentencia, pero de lo que no hay duda es de la enorme tranquilidad de conciencia y victoria moral del defendido del abogado de tu historia. Mi voto y enhorabuena. Un abrazo.
Sí, el final está abierto a interpretación, pero a mí me gusta más que fue desestimada por el tribunal y por esa razón, les tenemos que cambiar las baterías a los coches cada tres años.
Gracias y un abrazo.
Dicen que todos tenemos un precio, pero venderse por un plato de lentejas también. Por muy agradecido que les quedase el estómago, las voces interiores que gritarían a ese abogado y a su cliente, por no hacer lo correcto, no podrían acallarse con nada. Se puede ganar o perder, pero hay cosas que no se pueden dejar de intentar. Luchar contra poderes tan enormes, intentar cambiar de un plumazo toda una industria parece una quimera, pero alguna vez tendrá que ser posible, algo tendrá que suceder alguna vez para que variemos este rumbo que no nos conduce a nada bueno.
Para buena tu historia, bien contada, además.
Un saludo y suerte, Guillermo
Debería ser como dices, pero a estas alturas, humanizar a las industrias multinacionales que explotan casi en monopolio ciertos recursos naturales del planeta, que en teoría deberían pertenecernos a todos, lo veo como del todo imposible y utópico. Y más si hay gobiernos implicados, que los hay. Gracias por tu comentario y un abrazo.
Un final muy original, sujeto a cualquier interpretación. Yo me inclino a pensar que no se hizo justicia, como tantas veces ocurre. Brillante relato, enhorabuena, mi voto y un saludo
Coincido contigo, Nicolás, ganaron los de siempre.
Gracias por la lectura y por el voto. Seguimos en la brecha. Un abrazo.
Espero que la sentencia fuera favorable. La eterna lucha de David contra Goliat. Esos juicios son muy estimulantes, sobre todo si se ganan, jeje. Un abrazo y mi voto.
Siento mucho comunicarte que para pesar de todos, David perdió el juicio y aunque como su abogado le recomendé elevar recurso ante el tribunal salomónico, ya aburrido y algo hastiado decidió enterrar definitivamente su invento. Gracias por tu visita y voto. Un abrazo y felicidades por el premio de la edición anterior.
Relato digno para una película. Me gustaría pensar que algún día gane David contra Goliat, aunque parece eso, más bien para películas… Hay un caso real de una bombilla interminable inventada por un ingeniero español hace ya años pero que no ha podido todavía comercializarse… ¿por qué será? Suerte con tu relato y mi voto.
Efectivamente, ya había oído hablar de esa bombilla y de la batería inagotable también, de ahí surge el relato. Respecto a la película, por favor, si alguien tiene el teléfono de George Clooney o de Ridley Scott, que me llamen. Gracias por tu comentario y tú voto.
Excelente final, Guillermo.
Tan abierto, tan abierto que ignoramos el fallo de la sentencia y nos da pie para imaginarlo.
Mi voto.
Mucha, y buena, suerte.
Gracias Manuel. Ahora ya no sé si no pude cerrarlo por culpa de las escasas 150 palabras, o me salió así de abierto e incierto. Yo prefiero pensar que ganaron los «malos», pero que cada cual elija el final que más le seduzca. Un abrazo.