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Carolina Navarro Diestre 

Confecciono mascarillas desde mi hogar. En este confinamiento forzoso por el maldito coronavirus, elaboro precarias medidas de protección con mi máquina de coser. Para ello disuelvo en agua cientos de expedientes, sumarios y textos jurídicos hasta volverlos celulosa, que luego dejo enfriar hasta que torna manejable. ¡Demandas de divorcios y requerimientos notariales, veredictos y apelaciones, vuelven a mi mano medidas de protección! Todo sea por evitar la propagación de las gotas de Flügge, que así se llaman y fíjate tú qué cosas hemos ido a aprender con esta crisis. Los expertos dicen que la vacuna puede tardar año y medio, pero yo no me preocupo. Como documentalista y responsable del archivo de estos juzgados, calculo que tengo dossieres para cubrir los rostros de todo el país. ¡Pues no son poco engorrosas las gestiones administrativas! ¡Ay!

 

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