Imagen de perfilHOMENAJE A LAS PRIMERAS JURISTAS. GRACIAS

MONICA CRISTOBAL ALVAREZ 

Deja su elegante traje y se viste de hombre para ir de oyente a la facultad de Derecho, como todas las tardes, sin hablar con nadie, mirando siempre hacia el suelo al caminar.
Cuando recogen los trabajos de fin de semestre, el suyo, “Sobre la condición jurídica de la madre”, no lo ubica el profesor en ningún expediente. No tiene matrícula abierta, pero es extraordinariamente brillante. La Universidad lo descubre y le recrimina la traición a las labores propias de su sexo, prohibiéndole volver al siguiente curso.
Pero ella recurre y practica su alegato en la intimidad de su cuarto, porque tampoco puede, sin la licencia de su marido, comparecer en juicio por sí o por medio de Procurador.
En sus sueños gana el juicio. Ninguna prohibición legal había para soñar. Y en 1890, con hilos de esperanza y bordados de vocación, ella cose paciente, la primera toga de mujer.

 

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