Imagen de perfilTormenta

Francisco Sánchez Egea 

Había soñado con una tormenta, como el día que falleció mi padre. Te supliqué que no fueras al despacho, que volvieras a la cama. Sabíamos que el ambiente estaba crispado tras la condena. Admitiste que no hay conciliación posible con quien solo alberga odio en su interior, pero me dijiste que vivir con miedo es igual que no vivir. Te llame hipócrita, sin rencor, sin malicia. Y nos echamos a reír tristemente, con la sal en los labios, ante tanta verborrea romántica. Supongo que guardábamos esa extraña esperanza que te mantiene cuerdo frente a las grandes tragedias, confiando, inconscientemente, en que todo aquello no era más que la exageración dramática del miedo a un desenlace improbable. Al menos te recordaré así, riéndote. Es el único pensamiento que me calma ahora, en tu funeral, y me ayuda a fingir ante tu marido y tus hijos que eras simplemente mi abogada.

 

+7

 

Queremos saber tu opinión

3 comentarios