Imagen de perfilSecuestro diario

Gabriel Pérez Martínez 

No me considero el mejor abogado del mundo. Solo puedo garantizar que paso el día en el bufete, dedicado en cuerpo y alma a mi trabajo. Procuro lo mejor para mis clientes y estos siempre terminan contentos conmigo, incluso si les toca vivir una condena en la cárcel. Pero igual puede darse una excepción…
Ahora que voy con la boca tapada y atado en el interior del maletero de este coche, me pregunto quién me dormiría para raptarme. A juzgar por los baches, llevamos minutos circulando por un camino de campo. Frenan; se bajan; se acercan. El corazón va a estallarme cuando abren. Me cambia la cara al ver a mi hijo mayor acompañado de los dos pequeños. “Perdona papá, pero si no, no pasarías el finde con nosotros”. Rompo a llorar, pensando en todo lo que me he perdido al no hacer nada por la conciliación familiar.

 

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