INEXPLICABLE
Margarita del BrezoA mamá le dieron una conciliación. Nos explicó que eso servía para poder ir más tarde al trabajo, cuidar mejor del hermanito que vive en el interior de su barriga y estar más tiempo juntos. Mi mamá es abogada y defiende a los buenos.
—¿Y si les hacen una condena cuando no estés? —preguntó Iryna, mi gemela.
—Eso no pasará –sonrió–, papá estará en el despacho para defenderlos igual de bien que yo.
Nos quedamos tranquilas. Y felices. Pero de repente es todo muy raro. Papá ya no viene a casa. Que tiene que defender a mucha gente, dice mamá. Nosotras no vamos al colegio ni salimos al parque. Se oyen sirenas y mucho ruido todo el rato, también por la noche, y así no podemos dormir en paz. Y encima ahora tenemos que irnos a vivir a otro sitio. Rápidamente. No me gusta nada esto de la conciliación.
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Vuelves a demostrar, una vez más, que eres una buena persona y una buena escritora.
Llenas de sencilla humanidad tus relatos y, aunque tengan como éste, un fondo amargo, reflejan lo que eres y lo que deberíamos ser todos.
Gracias Marga por dejarme leerte.
No sé yo si soy buena persona, lo que sí puedo decirte es que me sorprende y alegra leerlo y me sirve de toque de atención para fijarme un poco más en lo que hago y en lo que dejo de hacer.
En cuanto a la guerra, estoy segura de que todos coincidimos.
Y gracias, gracias a ti por prestarme un poco de tu tiempo, Guillermo.
Excelente micro, Margarita.
Y la situación terrible queda más patente cuando la describe con toda candidez una niña.
Me encanta tu sutileza. En efecto, la guerra es no poder dormir en paz. Y que la narradora asocie “conciliación” con el horror que vive. Otro acierto. O que el padre abogado ahora sea un defensor no en los tribunales, sino en el frente… Como siempre, un micro magno.
Un abrazo, y mucha y buena suerte.
Es como se escribe, sí, pero igual de importante es como se lee. Tú manejas ambos lados del espejo con maestría, Manuel, así que es un lujo saber que has acariciado con tanto mimo cada renglón de este pequeño relato.
Magno mi agradecimiento.
Un abrazo.
Enhorabuena Margarita. En pocas palabra logras removernos de la silla. ¡Suerte!
Muchas gracias, Sergio. Reconozco que con este tema es fácil tocar la fibra sensible y que suene.
Un saludo
Nos has llevado desde el logro social de la conciliación hasta el fracaso absoluto de la guerra. Sin enterarnos. Como le pasa a Europa, que no se ha enterado. Extraordinario, amiga.
No sé qué decirte, Ángel, yo creo que sí nos enteramos, pero que no sabemos por dónde tirar (voy a dejarlo aquí). La guerra nos está enseñando lo peor y también lo mejor de nosotros mismos. Suele ocurrir con las desgracias.
Estoy cansada de ser humana; lo malo es que no sé ser ninguna otra cosa.
En fin, mal día para dejar de fumar (perdona por este proceso catártico).
Un abrazo, amigo.
Genial, Margarita, como siempre.
Las guerras no son buenas para nadie pero para los niños, que no entienden lo que está pasando y por qué su mundo, de repente, está patas arriba, son aún peor. Esperemos que termine y que pronto podamos escribir sobre cosas más alegres.
Mi voto y un fuerte abrazo.
Ojalá, Ana María, ojalá. Los niños, tan indefensos… aunque los adultos no estamos mucho mejor preparados para entender según qué cosas.
A ver si el mes que viene nuestros micros pueden contar otras historias.
Un abrazo y mil gracias.
Entrar en el horror, que decía Conrad, con guante de seda. Nada como la mirada y la inteligencia natural de un niño. Qué te voy a decir, Margarita. Imagíname quitándome el bombín y brindando a la salud de tu inagotable imaginación. Un abrazo
La admiración es mutua, Nicolás, campeón. Ahora ya oficial (lo de campeón), aunque para mí lo has sido desde la primera vez que te leí.
Brindo por que podamos seguir imaginando.
Un abrazo
Un relato magistral, Margarita. Esos niños seguirán haciéndose preguntas pero, tal vez sea mejor que no sepan la verdad.
Mi voto y un fuerte abrazo.
No sé si alguna vez llegaremos a saber la verdad; lo que sí tengo claro es que no hay suficientes respuestas para tantas preguntas.
Muchas gracias por leer y comentar, Aurora.
Un abrazo
Siempre me conmueve la mirada infantil ante la desgracias y la adversidad. Más aún si la historia está escrita desde el corazón.
Enhorabuena, Margarita.
Los niños, con su no entender, son los que mejor se explican. Incluso cuando callan.
Muchas gracias, Rosalía.
Buen título, buena perspectiva y qué buen relato, Marga!
Me encantan las voces infantiles como protagonistas de la narración y tú lo has bordado.
El tema, tristemente actual, muy bien resuelto, como es habitual en ti.
Te envío mi voto y comparto tus desánimo enviándote mucho ánimo, pues como dijo alguien… esto también pasará…
Un abrazo
Marta
¡Hola, Marta! Me alegra verte por aquí porque eso es señal de que te ha gustado.
Tengo ganas de que mi imaginación vaya por otros derroteros. Tu ánimo me viene mejor que bien.
Eso espero, que pase pronto, y para el mayor número posible de personas.
Un abrazo y mil gracias.
Hola, Margarita.
La inocencia, la ternura, la infancia… y de fondo la terrible guerra.
Preciosísimo y tan doloroso.
Un abrazo enorme y suerte con él.
Hay historias que duelen. Ojalá bastaran las palabras para calmar el dolor.
Gracias por pasarte, Towanda.
Un abrazo