Imagen de perfilARSENALES INTERIORES

Almudena Horcajo Sanz 

Aunque siempre consideraba que sus continuas infidelidades eran algo natural, cuando se enteró de mi desliz, se puso hecho una fiera, me declaró la guerra. No había duda de que en su interior guardaba un arsenal con armas tan poderosas como los celos, la venganza o el rencor. Temí, incluso, por mi vida. Afortunadamente, nos divorciamos antes de que corriese la sangre. Deseosa de que todo terminase cuanto antes, en el acto de conciliación, cedí a todas sus pretensiones. Que se quedase con el dinero, con las joyas, con las cosas de valor… no me importaba, me daba igual. Yo sólo quería no perder a Flequillo, nuestra mascota, el fiel compañero que me quitaba las penas. No podía imaginar peor condena que la de vivir sin él.
Desde entonces, no nos separamos para nada, pasamos los días juntos en paz y armonía.

 

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