ARSENALES INTERIORES
Almudena Horcajo SanzAunque siempre consideraba que sus continuas infidelidades eran algo natural, cuando se enteró de mi desliz, se puso hecho una fiera, me declaró la guerra. No había duda de que en su interior guardaba un arsenal con armas tan poderosas como los celos, la venganza o el rencor. Temí, incluso, por mi vida. Afortunadamente, nos divorciamos antes de que corriese la sangre. Deseosa de que todo terminase cuanto antes, en el acto de conciliación, cedí a todas sus pretensiones. Que se quedase con el dinero, con las joyas, con las cosas de valor… no me importaba, me daba igual. Yo sólo quería no perder a Flequillo, nuestra mascota, el fiel compañero que me quitaba las penas. No podía imaginar peor condena que la de vivir sin él.
Desde entonces, no nos separamos para nada, pasamos los días juntos en paz y armonía.
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Qué bien puede venir tener a un «Flequillo» en nuestras vidas. Buena suerte con tu relato, Almudena!
Así es, Carmen. Cuando las cosas no pueden irte peor, pueden ser tu tabla de salvación.
Muchas gracias por tu apoyo y tu comentario.
Un abrazo.
Esto de la mota en el ojo ajeno y la viga en el propio… en fin… me alegro de que al menos hayas podido conservar a Flequillo, porque según leía ya estaba viendo que la historia iba a terminar fatal… el aliento contenido hasta la última frase, qué tensión, oye.
Mi voto y un abrazo, Almudena.
Pues no fui muy consciente, cuando lo escribía, de crear esa tensión.
Te agradezco mucho, Ana María, tu apoyo y comentario, a todos los que escribimos, nos encanta saber las «sensaciones» que tienen los lectores.
Un abrazo.
Pedazo de relato, Almudena. Muy bien escrito y con un contundente mensaje. Bravo. Y Flequillo se queda con quien tiene mejor corazón. Enhorabuena, mi voto y un abrazo
Como Flequillo, en la vida siempre hay que quedarse con los que tienen mejor corazón, es la decisión más inteligente que podemos tomar.
Muchas gracias por todo, Nicolás, tu apoyo me ayuda mucho a seguir escribiendo.
Un abrazo.