Imagen de perfilHa llegado un ángel

María Sergia Martín González- towanda 

«Ya estoy aquí», dijo mientras se materializaba en el salón. Caí redonda creyendo que era alguien del ayuntamiento con la orden de demolición. Cuando recuperé el aliento, preparaba salmorejo, había fregado los patios de la vivienda y reparaba una gotera con materiales nobles… Yo sabía que don Onofre, el abogado que lleva mi denuncia por construir en suelo no urbano, iba a dejarse el alma para ayudarnos, aunque jamás supuse que llegaría a tanto.

Me conquistó. Cuando regresaron los niños y preguntaron si era papá, respondí afirmativamente. Él asintió con evidente desgana, asegurando que debía resolver otros pleitos. Pero, nada iba a estropear nuestra familia.

Cada día me cuesta más tranquilizarlo. Es cero resiliente. Continúa emperrado en lo de resolver litigios y, aunque he doblado su ración de gotas, sospecho que está haciendo uso de argucias sobrenaturales para jugármela. Si no de qué esos dos incipientes bultitos de su espalda.

 

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