Imagen de perfilQUÉ DESCANSADA VIDA…

Manuel de la Peña Garrido 

Abro la página del IX Concurso en la tableta, regalo por mi jubilación. “Actualizar, cartón, concurrencia, piruleta…” Esta vez mandaré una buena historia. ¡Será por tiempo! Irrumpe mi mujer: “Rai, debes pasarte ahora por la eléctrica a reclamar; ¡vaya atropello!”. Me aborda la asistenta: “Señor… Mi hijo… Otro juicio rápido. Defiéndamelo, por favor.” Me para el conserje: “Don Raimundo, cuando pueda, mírese mi testamentaría; mis primos quieren impugnarlo todo.” En el supermercado, la cajera, junto con las vueltas, me endilga una consulta. Mi nieta sale llorando del colegio: “Abu, me han castigado injustamente. Hazme un recurso.” Discusión en el café sobre las reglas del dominó. “Letrado, sé juez: dinos quién está equivocado”, me ruega Pepe. Suena el WhatsApp. “Papá, te llamará compañera por asunto de transparencia fiscal; trátala bien”. ¡Qué razón lleva Carlos! Un abogado no se jubila nunca. ¿Beatus ille…? ¡Pamplinas! Mi consuelo: ya tengo tema para el micro.

 

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