Imagen de perfilJurados populares (año 33 d.c.)

David Villar Cembellín 

El juicio había sido sumarísimo. No hubo abogados, ni bufete, ni prácticamente alegato de defensa. Qué caray defensa, ¡si ni siquiera sabía de qué se le acusaba! ¿Cuál había sido su delito? ¿Cuál? ¿Qué había hecho él para tener a toda la concurrencia en su contra? Ahora las lágrimas se confundían con la sangre que manaba de su frente, incapaz de actualizar los últimos acontecimientos. Ah, se lamentaba, ojalá poseyera una ventanilla en el pecho por la que pudieran ver la transparencia de su alma, para que se aterraran al admirar la magnitud de su error. Pero ya era tarde para dar marcha atrás. Succionó como una piruleta aquella esponja bañada en vinagre que quisieron acercarle, y supo a ciencia cierta cuán inminente era su final. ¡Vaya con los jurados populares!, se conjuraba desde la cruz. ¿Cómo se podía ser tan fariseo?, sobre su cabeza un grotesco cartón anunciaba: “INRI”.

 

+25

 

Queremos saber tu opinión

1 comentario

  • Al igual que Mme. Roland dijo aquello de «libertad, cuántos crímenes se cometen en tu nombre», podríamos decir «jurados populares, cuántos crímenes cometéis en nombre del pueblo». Buen micro sobre la mayor injusticia «judicial» de la Historia. Solo me resultan algo chocantes algunas palabras anacrónicas.
    Suerte, David.