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JUAN PEDRO AGÜERA ORTEGA 

Disparos en la calle. Venían a por él. Otra vez debía afrontar la persecución, pero nunca habían estado tan cerca. Recogió los documentos y los guardó en su ajado maletín, aquel que tantas veces lo acompañó a los juzgados. Se embutió la gabardina gris y salió por una ventana lateral del despacho. Mucho habían tardado…
Había ejercido como abogado algún tiempo sin que descubrieran su pasado. Durante ese efímero periplo había recopilado suficiente información sobre las ejecuciones sumarias, los juicios sin defensa y las demás injusticias cometidas por el régimen. Debía proteger aquella memoria de la infamia y llevarla a la frontera. Si nadie denunciaba aquellas atrocidades ante el tribunal internacional, jamás se acabaría con el exterminio que se estaba produciendo a golpe de decreto militar.
Recorrió las oscuras calles ignorando el toque de queda. Subió al coche que lo sacaría del país… más los disparos anticiparon su huida…

 

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