El laberinto de la orfandad
Alejandro Martín Tamhazián GaratCon sus cinco años me miraba por el agujero de una caja de cartón.
¿Cómo explicarle que no veríamos al juez porque hoy internet y la virtualidad tienden a disolver los vínculos humanos? ¿Cómo decirle que un fallo desestimatorio ha dado por tierra la última esperanza, la de ser adoptado por esa familia con la que tanto desea vivir y crecer? ¿Cómo evitar ese valle de lágrimas que ya se va formando en su carita triste porque la Justicia no siempre es justa y a veces puede fallar?
Nunca me importó una comisión ni unos honorarios cuando lo que está en la balanza de Iustitia es el derecho superior de un niño. Por mucho que quiera empatizar con nuestros tribunales decido cambiar la balanza por la espada.
Le prometí llegar hasta el final.
Me toma de la mano mientras saborea un chocolate y alcanzamos el último escalón del Tribunal Supremo.
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Emotivo sin caer en la sensiblería.
Felicidades.
Hola José. Muchas gracias por su apreciación! Gusto en saludarlo!
A veces hay que luchar encarnecidamente para obtener lo justo. Mucha suerte.
Hola Anna!
Es cierto, a veces hay que agotar todas las vías recursivas. Y a veces, aún así, no es suficiente.
Muchas gracias y saludos cordiales!
Hola, Alejandro.
Me han conmovido esas líneas finales de tu micro y me he ido al título. Sin duda, hay que luchar hasta el final.
Un abrazo y mucha suerte.
Hola María!
Gracias por tus generosos comentarios.
Te retribuyo el abrazo!
En realidad, Iustitia empuña la espada
en una mano y sostiene la balanza con la otra. Seguro que sacará al niño del intrincado laberinto.
Suerte, Alejandro.
Hola Manuel, gusto en saludarlo!
Es precisamente la idea. Luchar hasta el final como sosteniendo una espada pero con el propósito de hacer que la balanza sea lo más justa posible para los más vulnerables.
Saludos cordiales!
Se de lo que hablas. Un abrazo.
Hola Ángel, gusto en saludarlo!
Gracias por su comprensión! Ojalá le haya gustado el micro.
Saludos cordiales!