Imagen de perfilVIDAS DESCOLOCADAS

Amparo Martínez Alonso 

Te echo de menos en cada mirada empañada de hambre; en cada soledad repleta de cuerpos frágiles, enfermos, inocentes. Te imagino a mi lado durante el exiguo recuento de suministros. Añoro tu sonrisa, tu apoyo. Durante la noche, el brillo de las estrellas me recuerda otro cielo: privilegiado, sobrante de recursos, en continuo crecimiento…, pero ciego e indolente.
Aquí no necesito toga ni puñetas para imponer silencio. Aquí, el silencio enmudece bajo lamentos de tripas vacías; engulle abrazos, lágrimas, vidas; aleja respuestas y ayudas. Aquí, el silencio no respeta alegatos: ¡sentencia!
Recuerdas nuestro grito universitario: “¡A la Ley pongo por testigo!”. Deseábamos proteger, defender la Igualdad, el Derecho, la Justicia. Ahora es mi mantra…
Mayte, espero regresar antes de que nazca nuestro hijo. Mientras tanto, recuerda:
¡¡Os amo a los dos!!

Elena releyó la carta por tercera vez, y volvió a hacerse la misma pregunta: ¿quién sería aquella Mayte?

 

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