Se traspasa negocio por cuelgue de toga
Alejandra Rusell GiráldezMis padres me han dejado una herencia de sentimientos encontrados. Por parte de madre, la sensibilidad por la música, siendo idealista y soñadora. Por el lado paterno, mi vocación de abogado, hombre justo y realista.
La fatiga me embarga cada vez con más frecuencia cuando un cliente solicita mis servicios para litigar contra gente de su misma sangre por unas cuantas «perras» que ni siquiera se han currado. Si los muertos se levantasen, volverían de inmediato a la tumba.
Algo que me venía rondando en la cabeza se materializa al ver tanta pérdida de valores.
Un último vistazo al que fue mi segundo hogar durante 15 años. Cierro la puerta, cuelgo el cartel y con guitarra en mano me dirijo a la zona de los soñadores. Robarle una sonrisa a los transeúntes y que por un momento se olviden de sus preocupaciones, no hay dinero que lo pague.
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¡una pena eso de tener una oreja frente a la otra!. Deseo que le vaya bien a tu protagonista con la música, y a tí con tu relato. Suerte.
Pues, sí, una verdadera pena la de mi protagonista, jaja.
Muchas gracias
Saludos
Me permito aportar otra perspectiva a tu micro, Alejandra:
En realidad, el protagonista de la historia es escritor. Necesita conocer la condición humana para urdir verídicos argumentos y configurar personajes ciertamente humanos. Intervenir como abogado en la partición de una herencia le permite conocer a fondo la peor condición humana. Sabido esto, le quedaba descubrir lo mejor del ser humano. Y para eso resulta idóneo actuar como músico callejero.
Mi voto. Suerte.
Muchas gracias, hermoso comentario y muy certero.
Saludiños
Hola, Alejandra.
Solo por esta frase «con guitarra en mano me dirijo a la zona de los soñadores» merece la pena haberme pasado por aquí.
Un abrazo y suertísima.
Hola, un halago tus palabras.
Gracias