Imagen de perfilMAMÁ ROCK

Belén Sáenz Montero 

Mamá se enterneció al ver el tatuaje, entonces aún enrojecido, que me recorre el brazo. Me entregó una camiseta negra directamente de la cesta, sin planchar, y me lanzó con un guiño cómplice las llaves de su moto. Por fin ha comprendido que lo que hago en esta vida es un homenaje a ella. Y ahora había algo más que nos unía, un eslabón sin caducidad. «Amor de madre» escrito en mi piel, encerrado en un corazón atravesado por la espada de la justicia. No puedo competir con su espalda, decorada con una balanza que sostiene en equilibrio los nombres de los más grandes del rock duro, pero es un comienzo. Atrás quedó la profunda decepción que tuvo cuando me desligué de la tradición familiar y cambié la abogacía por la judicatura, así que puedo contar con que ella será quien teja las puñetas a este recién nombrado magistrado.

 

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