Imagen de perfilA quién le importa

Laura Sotelo 

Desde que abandoné el bufete soy la mujer más feliz del mundo. Aunque mi legado paterno incluye la carrera de derecho y un puesto seguro en Ordóñez Abogados, el mundo de las leyes no era lo mío.
Ahora, para vergüenza familiar, soy música callejera. Lo mismo canto una dulce balada, que me convierto en una prodigio del género dramático e interpreto una ópera.
La gente se para a escucharme, y aunque acabo de empezar en este mundillo, ya tengo mi público. Los únicos que no me entienden son mis viejos colegas de profesión. Ellos pasan a mi lado con sus trajes impolutos y me miran como a una apestada. Alguno incluso sonríe de forma burlona o me suelta un improperio. Entonces me sale el animal rebelde que llevo dentro, y elevo el tono con aquel: «A quién le importa lo que yo haga…»

 

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