Imagen de perfilEl reencuentro

Lidia Ramallo Sánchez 

Entro de nuevo en la sala diez años después. Ya no tengo miedo. Por fin sé con seguridad que no fue mi culpa. Me siento flotar, elevarme sobre ese monstruo que me mira fijamente desde el banquillo de los acusados. Esta vez no podrá conmigo. Desde la tribuna aguanto su mirada sin pestañear. La toga es mi coraza y me hace fortalecer. Una gran responsabilidad recae sobre mis hombros, pero estoy preparada para asumirla. Diversidad de mujeres esperan de forma urgente su turno para declarar contra él. También aprendieron a no tener miedo. Como jueza, ahora es mi turno para emitir el fallo. Declaro al acusado culpable. Algunos pueden creer que me mueve la venganza ante el hombre que hace años abusó de mí. Nada más lejos de la realidad. Es simplemente justicia.

 

+6

 

Queremos saber tu opinión

2 comentarios